lunes, 30 de noviembre de 2009

PUNTOS SUSPENSIVOS (O QUE DA IGUAL ESPERARTE O QUE ME ESPERES II)

Llevo pensándolo algunos días (algunas noches, para no mentir), dándole vueltas mientras hago lo mismo con esas hojas llenas de datos hematoanalíticos, mientras miro la nieve en la ventana del tejado. Lo he pensado incluso mientras dormía, por aquello de dejar de soñar de una puta vez; mientras dejaba que se me enfriara el café que caliento casi siempre demasiado y mientras deshacía algunas camas que son y no son la mía. Mientras pienso en dejar de pensarlo y sopeso las ventajas de tanta inteligencia proclamada a los cuatro vientos, que son, a mi juicio y tras mucho meditarlo, más bien pocas, ¿para qué engañarnos si hoy estoy tratando de ser del todo sincera? Mientras fumo demasiado poco y dejo de beber para olvidar, porque no quiero tener que volver a recordarlo. Mientras resucito de esa muerte que hace falta tantas veces en la vida y me recreo en este purgatorio que a veces acaba y otras se hace cada vez más largo, como esos pasillos por los que corren los protagonistas de las pelis de miedo malas. Mientras camino por la calle negra y helada, llena de recuerdos que son míos y pienso en si la felicidad pasada fue tal felicidad o si sólo es un favor de la memoria. Mientras me limito las concesiones y soy más cínica con todos y menos conmigo misma. Mientras intento ser mejor y fallo, y pierdo y mi perdición es la misma derrota tuya. Mientras pienso que, en realidad, tú has perdido más que yo. Mientras decido si me quiero demasiado o demasiado poco y echo a suertes si echar los restos o rendirme. Mientras compruebo, no sin cierto alivio, que ya no me quedan fuerzas, ni ganas, ni tiempo. Mientras SÉ que no puedo permitirme otra guerra fría, no ahora y, sobre todo, no contigo, no contra ti.

Lo he pensado, lo juro, y no. No te mereces el beneficio del paréntesis.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Que DA igual esperarte o que me esperes

Tu recuerdo reconforta mi naufragio.


Por mucho que uno quiera borrarlos, casi siempre quedan dos puntos suspensivos.


jueves, 19 de noviembre de 2009

CASTILLOS

Me acojona pensar en lo condenadas que estamos. Todas. Hasta las más putas, hasta las más santas. Condenadas todas a saber lo que va a pasar, condenadas a vivir con el miedo a que no pase. Condenadas a no querer que pase, condenadas a no saber qué hacer si no pasa. Condenadas a no saber preferir.
El miedo, en estos casos, suele mezclarse con la rabia, o, lo que es peor, con la indiferencia. Y así estamos ahora, indiferentes, como si la cosa no fuera con nosotras. Hasta que empiece a pasar lo que va a pasar, lo que tenemos miedo de que pase, lo que tenemos miedo de que no pase, lo que es nuestra única alternativa a la indiferencia eterna.
Ni ignorando todo esto podríamos ser felices, porque la duda no se piensa, se vive. Porque todavía no estamos entendiendo nada que no sea nuestro propio estado disyuntivo.
La respuesta, es evidente, es la que es y a cada una se la grita el subconsciente cada día. Ojalá no la escuchemos nunca. Ojalá que persista la duda en nosotras. Porque el día que dejemos de dudar, estaremos muertas.

sábado, 7 de noviembre de 2009

...

Otras veces, sin embargo, se llora por todo.

C'est la vie.

martes, 3 de noviembre de 2009

FOTOS

A veces se llora por nada y es una pena, oye. Es una pena que yo, que sé que es una pena, llore tanto por esas cosas que no tengo, que no son nada, o por lo menos para mí que no las tengo, nada son. Es una pena no ser capaz de pensar en lo que tengo, o, mejor, en lo que tuve, porque ahora mismo tener, lo que se dice tener, no tengo casi nada. Pero lo que tuve, ay, lo que tuve casi siempre fue mucho más que nada. Yo algún día lo tuve todo. Y es una pena que ahora llore por nada, porque el que no tiene nada, nada tiene que perder, nada tiene por qué llorar.

Hoy me siento orgullosa de ser quien soy, de haber tenido lo que tuve y lo que voy a tener. Hoy, sin nada, sin nada me quedo y no me va a costar una lágrima, no hoy. Hoy sé que mañana esta nada no va a estar peor y que eso casi significa (permítaseme la trampa) que va a estar tan bien como ayer. Algún día volveré a tener aquellos todos. U otros todos nuevos, más todos. Y volveré a perderlos. Y volveré, como hoy, a estar sin nada. Y seguro que vuelvo a llorar por nada, y es una pena, oye.

Y la nada cada vez será más nada, pero el todo cada vez será más todo.