sábado, 24 de julio de 2010

VENTICUATRO EL VENTICUATRO

De pequeña, siempre quise cumplir venticuatro.

- Cuando cumpla venticuatro el venticuatro- decía yo, y sacudía aquel pelo tan largo y tan rubio que, hoy, algunos venticuatros después no es tan largo ni tan rubio- voy a tener un hijo.

Unos años más tarde, cuando empecé a comprender el complejo mecanismo de la reproducción humana y entendí que no era tan fácil eso de calcular el día que van a nacer tus hijos, propuse algo que entonces parecía más realista.

- Cuando cumpla venticuatro el venticuatro - el pelo ya no era muy largo ni muy rubio, pero yo, que era muy presumida, seguía sacudiéndolo - me voy a casar.

Después me teñí el pelo, me lo corté mucho más y mis planes se quedaron ahí, olvidados; reservados para la fecha remota de hoy. Nunca los cambié, nunca propuse algo diferente.

Supongo que era difícil adivinar que los venticuatro iban a empezar a cobrar su relevancia el ventidós y el ventitrés - caprichos del destino - en mesas contiguas, la primera y la segunda respectivamente y empezando a contar desde arriba, de la misma sidrería. Era imposible saber que el mejor regalo del mundo cuando cumples venticuatro el venticuatro es llorar y reír a la vez con unos pendientes nuevos.

A las dos personas que hicieron esto posible, gracias por las lágrimas, las risas y los pendientes; y por saber optimizar mis planes y mejorarlos tan notablemente.

martes, 20 de julio de 2010

NO ES QUE ESTÉ LEJOS...


...es que estoy en una nube