jueves, 31 de diciembre de 2009

UN AÑO MÁS, UN AÑO MENOS

Odio salir en nochevieja. Odio las uvas, los cotillones, las cenas caras, las botas nuevas que siempre acaban haciendo daño a las cinco de la mañana, los restos de confeti hasta en el sujetador y el chocolate con churros de rigor de madrugada. Odio no poder irme a casa a las tres si me apetece (pero, ¿quién se va a esa hora en fin de año?), las sopas de ajo, los benjamines y los unos de enero desiertos, en blanco. Odio empezar todos los años con resaca, así es imposible planificar con claridad. Y así me va.

Odio pedir deseos, porque casi nunca se me cumplen y, sobre todo, odio los recuerdos, y mi odio se potencia más, si cabe, cuando lo que hay que recordar es esta mierda de 2009 (con lo que me costó olvidarlo, coño).

Precisamente por eso, por la pedazo de mierda de año que tuve (después de aquella temporada gloriosa 2007/08 jamás volví a levantar cabeza… sí, lo reconozco, soy una triste), hoy voy a olvidarme de que odio salir en Nochevieja, de que odio las uvas, los cotillones y las cenas caras. Este año, sacrificando la sagrada estética del tacón findeañero, mis botas son planas y comodísimas. El único final de 2009 que me faltaba, el final cronológico, bien lo merece.

Por fin, los calendarios me dan la razón.

Salud.

viernes, 25 de diciembre de 2009

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE PATRICIA

Ni Wilde en su historia con Ernesto lo enmarañó todo de esta forma. Será esto de las crisis existenciales, de tanto escuchar a Pablo Moro y tanto fumar cigarros en la ventana con ese complejo garcíamarquiano que me entra de vez en cuando. Decidida a ser un genio literario, de repente, me encuentro con que todas las cosas que quiero escribir, ya las ha escrito alguien. Mis planes, pues, están truncados y condenados al fracaso, salvo genialidad o transgresión inminentes. He perdido la guerra contra el folio en blanco.

Convencida de que no hay derrota que no mitigue la ginebra, me lanzo a la calle congelada (congeladas las dos, la calle y yo) en busca de barras guateadas donde apoyar la cabeza, a falta de hombro humano (ni falta que hace, oye) dispuesto a hacer lo propio. “Qué maravilla esto de no buscar”, pienso mientras bebo. Y sigo bailando.

Me desenfreno conmigo misma, y, en medio de semejante súmum de autocomplacencia, alguien que conozco lejanamente me agarra y me susurra al oído “No te vayas, Patricia”. Mi ego racional sopesa la posibilidad de aclararle su confusión, y me doy la vuelta con la certera intención de decirle que yo no me llamo Patricia. Pero, ay de mí, la sangre se me traslada sospechosamente del cerebro a medio metro más abajo, cuando con su tan humano y, sin embargo, entonces tan divino dedo, el conocido lejano empieza a arañarme la espalda. Otros se acercan y hablan, pero yo no escucho. Las neuronas sólo me hacen sinapsis en las zonas que rozan directamente con sus manos. Oh my God, I’m lost.

Resuelta a llevar aquello todo lo lejos que pudiera llevarse una historia como esta, empiezo a tirarle del pelo despacio, y él sigue arañando a Patricia. Me desintegro y entro en una especie de hivernación especial, de la que despierto con un mordisco delicioso entre la oreja y las ganas, y, de golpe y porrazo, me cae "tengo que irme" como a quien le cae una bomba. Soy Hiroshima, de repente. Me deja abrazada al gintonic, único y unánime testigo de su estancia en mi espalda, y araño la copa con la vana esperanza de causarle un daño supraconsciente, un daño que no es nada, pero que es un gesto definitivo para mí y para esa situación.

Ha pasado tiempo, pero hoy, obsesionada, mortificada, cachonda como nunca, rebusco entre los recuerdos y el vicio, y urdo un plan recovéquico para poder arrancarle la ropa a mordiscos, para volver a llamarme Patricia. Vuelvo a buscar, vuelvo a escribir.

viernes, 18 de diciembre de 2009

EFEMÉRIDES

A mí, como a otros muchos, me nieva sólo un día. Me gusta que sea así.

Hoy nieva.

No es tan blanca la nieve si la esperas.

Menos mal que, esta vez, me pillaste sin paraguas.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

jueves, 10 de diciembre de 2009

PUNTOS CARDINALES

No buscar nada me lleva hacia el oeste.
Cuando buscaba, casi siempre lo hacía yendo hacia el este.
Sin embargo, lo que encontré estaba en el centro.
Demasiado evidente para mí, que siempre mareo a las brújulas.
Por eso no pudo ser.
Ahora, sólo tengo ganas de perder el norte.


martes, 8 de diciembre de 2009

THEY ONLY REMID ME OF YOU

Cuando vengas tendrás la cama recién hecha,
los lápices afilados,
y las verdades certeras surgidas del cansancio
en las repisas.
Cuando vengas tendrás la felicidad
entre tus mantas.
Ser feliz ya es cosa tuya.
Nada más puedo ofrecerte.
Ahora,
I beg,
déjame descansar.

lunes, 30 de noviembre de 2009

PUNTOS SUSPENSIVOS (O QUE DA IGUAL ESPERARTE O QUE ME ESPERES II)

Llevo pensándolo algunos días (algunas noches, para no mentir), dándole vueltas mientras hago lo mismo con esas hojas llenas de datos hematoanalíticos, mientras miro la nieve en la ventana del tejado. Lo he pensado incluso mientras dormía, por aquello de dejar de soñar de una puta vez; mientras dejaba que se me enfriara el café que caliento casi siempre demasiado y mientras deshacía algunas camas que son y no son la mía. Mientras pienso en dejar de pensarlo y sopeso las ventajas de tanta inteligencia proclamada a los cuatro vientos, que son, a mi juicio y tras mucho meditarlo, más bien pocas, ¿para qué engañarnos si hoy estoy tratando de ser del todo sincera? Mientras fumo demasiado poco y dejo de beber para olvidar, porque no quiero tener que volver a recordarlo. Mientras resucito de esa muerte que hace falta tantas veces en la vida y me recreo en este purgatorio que a veces acaba y otras se hace cada vez más largo, como esos pasillos por los que corren los protagonistas de las pelis de miedo malas. Mientras camino por la calle negra y helada, llena de recuerdos que son míos y pienso en si la felicidad pasada fue tal felicidad o si sólo es un favor de la memoria. Mientras me limito las concesiones y soy más cínica con todos y menos conmigo misma. Mientras intento ser mejor y fallo, y pierdo y mi perdición es la misma derrota tuya. Mientras pienso que, en realidad, tú has perdido más que yo. Mientras decido si me quiero demasiado o demasiado poco y echo a suertes si echar los restos o rendirme. Mientras compruebo, no sin cierto alivio, que ya no me quedan fuerzas, ni ganas, ni tiempo. Mientras SÉ que no puedo permitirme otra guerra fría, no ahora y, sobre todo, no contigo, no contra ti.

Lo he pensado, lo juro, y no. No te mereces el beneficio del paréntesis.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Que DA igual esperarte o que me esperes

Tu recuerdo reconforta mi naufragio.


Por mucho que uno quiera borrarlos, casi siempre quedan dos puntos suspensivos.


jueves, 19 de noviembre de 2009

CASTILLOS

Me acojona pensar en lo condenadas que estamos. Todas. Hasta las más putas, hasta las más santas. Condenadas todas a saber lo que va a pasar, condenadas a vivir con el miedo a que no pase. Condenadas a no querer que pase, condenadas a no saber qué hacer si no pasa. Condenadas a no saber preferir.
El miedo, en estos casos, suele mezclarse con la rabia, o, lo que es peor, con la indiferencia. Y así estamos ahora, indiferentes, como si la cosa no fuera con nosotras. Hasta que empiece a pasar lo que va a pasar, lo que tenemos miedo de que pase, lo que tenemos miedo de que no pase, lo que es nuestra única alternativa a la indiferencia eterna.
Ni ignorando todo esto podríamos ser felices, porque la duda no se piensa, se vive. Porque todavía no estamos entendiendo nada que no sea nuestro propio estado disyuntivo.
La respuesta, es evidente, es la que es y a cada una se la grita el subconsciente cada día. Ojalá no la escuchemos nunca. Ojalá que persista la duda en nosotras. Porque el día que dejemos de dudar, estaremos muertas.

sábado, 7 de noviembre de 2009

...

Otras veces, sin embargo, se llora por todo.

C'est la vie.

martes, 3 de noviembre de 2009

FOTOS

A veces se llora por nada y es una pena, oye. Es una pena que yo, que sé que es una pena, llore tanto por esas cosas que no tengo, que no son nada, o por lo menos para mí que no las tengo, nada son. Es una pena no ser capaz de pensar en lo que tengo, o, mejor, en lo que tuve, porque ahora mismo tener, lo que se dice tener, no tengo casi nada. Pero lo que tuve, ay, lo que tuve casi siempre fue mucho más que nada. Yo algún día lo tuve todo. Y es una pena que ahora llore por nada, porque el que no tiene nada, nada tiene que perder, nada tiene por qué llorar.

Hoy me siento orgullosa de ser quien soy, de haber tenido lo que tuve y lo que voy a tener. Hoy, sin nada, sin nada me quedo y no me va a costar una lágrima, no hoy. Hoy sé que mañana esta nada no va a estar peor y que eso casi significa (permítaseme la trampa) que va a estar tan bien como ayer. Algún día volveré a tener aquellos todos. U otros todos nuevos, más todos. Y volveré a perderlos. Y volveré, como hoy, a estar sin nada. Y seguro que vuelvo a llorar por nada, y es una pena, oye.

Y la nada cada vez será más nada, pero el todo cada vez será más todo.

viernes, 23 de octubre de 2009

ÉL Y ELLA

Él se llamaba como ella. Y eso a ella le parecía, si no premonitorio, al menos, significativo. Él, sin embargo, no se había parado a pensarlo tan siquiera. Y es que, en realidad, poco más que el nombre tenían en común.

Ella se preguntaba constantemente qué había pasado para que lo suyo no pudiera ser, y él se preguntaba qué le pasaba a ella desde que aquel día, borrachos, se habían besado. Eso sí, los dos tenían en común esa manera de pensamiento unilateral y los dos eran incapaces de saber qué sentía el otro. Ni siquiera ella, que tanto presumía de intuitiva, podía ponerse en el lugar de él. Él, por su parte, tan indeciso y receloso, tenía miedo de pensar en general y de hacerlo en ella más concretamente. Precisamente para eso, para no pensar, él besaba a muchas otras. Ella, al contrario, pensaba en él cuando otros la besaban. A ella el recuerdo de él se le convirtió en algo cotidiano. Pero él, sin recordarla, no la olvidaba tampoco y, en los momentos del día en los que casi nadie piensa en nada, se sorprendía recordando ese gesto que ponía ella al contarle los secretos.

Y así, esquivando la verdad de su atracción, vivían ella y él, contándose sus vidas al completo, menos lo más importante. Agarrándose al demasiado tarde cada vez que veían al otro con otra persona y al somos amigos cada vez que, de copas, se abrazaban más de la cuenta.

No fueron infelices él y ella. Y, a pesar de todo, esta es una historia triste.

martes, 20 de octubre de 2009

LO QUE VOY A SOÑAR HOY

Me voy a la cama
para soñarte
las míseras ocho horas
que el día
nos deja,
condescendiente,
para nosotros
solos.

Quédate conmigo,
que equivocarse,
a veces,
también es
acertar.

martes, 13 de octubre de 2009

EL ROJO, EL VERDE Y EL NEGRO

Ella está tumbada en el sofá rojo,
la cabeza de lado
sobre la manta verde
que tango le gustaba.
Yo alargando la espera
y empeñado en negar lo que ya es cierto,
entré en su habitación
para pedirle el libro
que ayer leímos juntos y escapar.
Pero estoy a su lado
y le acaricio el cuello, víctima
de una contradicción
que no sé si quiero resolver
ni cuánto va a costarnos. Me pregunta:
Dime cuándo has sido feliz.
Le respondo que ahora.
Y cuándo más infeliz.
También ahora.
Se aparta el pelo negro de la cara,
entonces lo tenía algo más largo,
y me dice:
Pensaba que venías a salvarme.


Rafael Suárez Plácido

lunes, 12 de octubre de 2009

CONTAR MENTIRAS

No puedo escribir sin hacer literario mi discurso, sin adornar con metáforas lo que es sólo mi forma de ver las cosas, que es, en sí misma, tan poquita cosa, que no da para más que un par de poemas de argumento manido y redundante cada vez que se me pasean las musas desvestidas de verde por la cama.

Y aun así, con musa y todo, casi nunca digo lo que quiero. El arte no es un acto altruista, es todo lo contrario. No se escribe para los demás, ni a los demás; se escribe para uno mismo, a uno mismo. Por eso, no ser capaz de decir exactamente lo que quiero resulta tedioso y frustrante.

Escribir no es una cuestión de talento, sino de capacidad de magnificación , eso sí, previo coqueteo con Moleskine, por aquello de tantear el terreno. Convertir lo cotidiano en maravilloso y sugerente, lo universal en íntimo y un polvo cualquiera en una unión metafísica excepcional. Eso es escribir. Y eso lo puede hacer cualquiera, porque cualquiera sabe contar mentiras.

Las verdades son más difíciles. La idiosincrasia de la creación artística es ideal por definición. Lo que se dice para otros, a otros, a los otros de verdad… las palabras reales, esas, no tienen codificación, no pueden escribirse.

martes, 6 de octubre de 2009

LO QUE SOÑÉ HOY

A veces, recuerdo en sueños cosas reales que tenía olvidadas, que se convierten, de pronto, en algo formalmente importante, distinto. Me hacen, sí, voy a decirlo, un poco más feliz (lagarto, lagarto) y no alcanzo a comprender el extraño mecanismo que me produce esa sensación de tranquilidad nueva. Supongo que tendrá que ver con la relación intrínseca que establezco entre el no-olvido y la razón existencial, pero sólo lo supongo, porque, en realidad, y esto es un secreto, he de confesar que, cuando ya el asunto ha dado un número determinado de vueltas por cada una de las partes de mi freudiano yo estructural, empiezo a dudar de la veracidad misma del acontecimiento en cuestión, ya no sólo en la realidad pasada, sino en el sueño mismo. Vamos, que la felicidad, de tanto pensarla, se me olvida.

Y hablando de felicidades, digo yo, que a lo mejor es contagioso lo de ponerse contento. Eso, o que la necesidad de estar (aunque sea sospechosamente) bien es, a veces, tan imperiosa que una necesita alegrarse por cualquier cosa. Umm... no... me quedo con el contagio. Con el contagio, o con que, tal vez, que otros estén (aunque sea sospechosamente) bien tiene que ver directamente con mi concepto de justicia (sí, existe y yo voy a créermelo). Ya tocaba.

Mientras tanto, sigo viendo suicidios cercanos a diario, que me hacen pensar que esto de no decir nada tiene que significar necesariamente que yo misma estoy muerta. O que soy yo la que me voy a acabar suicidando. En Covadonga. Después de una misa.
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domingo, 27 de septiembre de 2009

GOTAS

Es como cuando caminas
y empiezan a caer las primeras
gotas,
tan
espaciadas,
que no sabes si son de verdad.

Pero
siempre
acaba lloviendo.

Sé que va a pasar.

La vida es cíclica,
y nosotros no somos
distintos.

domingo, 13 de septiembre de 2009

VOLVER

Esta euforia de bolsillo salvándome la vida casi siempre. La sombra de la sombra cayéndose al vacío. Ay, corazón, te me olvidabas otra vez. No volver para no contarlo, para no extrañarlo, para no serlo. Arrancarte lo quemado, contar con los dedos los restos para que sean dedos y no nudos. Perderte delante. Ay, corazón, otra vez te me olvidabas. Este riesgo tan seguro de correr. La duda certera de lo efímero de ti. Temblar de valor. Los clavos en llamas de debajo del jersey. Te me olvidabas otra vez, corazón. Mojar los labios en tinta para escribirte los besos. Otra vez, corazón, te me olvidabas. Mentir te quieros para poder desnudarte despacio. Nadar para acabar ahogados en el mar de Tetis. No te me olvidas, corazón, no te me olvidas.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

TENGO UNA MUSA, UN MUSA, UN ¿MUSO?


La musa, el musa, el muso se caracteriza, no sé si les pasa a todos los individuos de su especie, por lo efímero de sus apariciones (“fue tan corto que dura todavía”), por esa profundidad suya tan estrictamente léxica (“quien fuera el batiscafo de tu abismo”). La musa, el musa, el muso lo quiere todo (“todo lo que de vos quisiera es tan poco en el fondo, porque en el fondo es todo”) pero, en realidad, no quiere nada (“yo sólo quiero ser para ti un error, un agujero”); es incondicional (“si alguna vez la vida te maltrata, acuérdate de mí, que no puede cansarse de esperar aquel que no se cansa de mirarte”), y, sobre todo, es la musa, el musa, el muso mismo, acepta su propio yo, aun a pesar de su ambigüedad existencial (“queriéndote tal como te quiero, haciendo lo que puedo, ya lo sabes”). Tiene ansias homicidas para conmigo (“quise matarte, aun sabiendo que así me moriría yo sólo”), pero no puede vivir sin mis ganas para consigo (“y que el odio es tan sólo el deseo de verte”). Es difícil para mí sintetizar el recuerdo de la musa, el musa, el muso (“y de todas las cosas que te traiga el beso irrepetible de sus labios…”), escoger las palabras para reflejar su grandiosidad infinita (“…guarda las cinco letras de su nombre, sabiendo que no hallarás el diccionario capaz de describirte lo que fuisteis”).

La musa, el musa, el muso es todas mis frases favoritas a la vez, tiene la capacidad insólita de mezclar mis momentos a su antojo. Así, de pronto, me encuentro entre los brazos de la musa, el musa, el muso, con el vestido azul que me regalaron cuando cumplí seis años puesto. Llevo mis francesitas blancas y mi collar de bolas verdes, que la musa, el musa, el muso me arranca al acariciarme por encima del sujetador. Su omnipotencia no es correlativa, sino simultánea, por eso es imposible describir nuestros encuentros. Por eso no sé si lo he soñado, y me sorprende encontrármelo vivo cada jueves, dispuesto, otra vez, a reencarnarme en mí misma.

La musa, el musa, el muso no sabe que es mi musa, mi muso. No sabe que es mi lingüística emocional, que gracias a él escribo lo importante entre paréntesis y sólo entrecomillo las frases que valen la pena.

jueves, 27 de agosto de 2009

RECETARIO

El borde de tu boca verde en mi boca verde. Erosiones, adhesiones, tiovivos. Cadenas rotas por el suelo roto. Tu saliva amarga en mi saliva amarga. Líquidos alrededor de los cuerpos líquidos. Hivernar, extender, bucear. Tu lengua muda en mi lengua muda.

Reiterar para sobrevivir.

Juntos.



jueves, 20 de agosto de 2009

BAR

Entrarás
y te veré
entrar.

Mirarás
y te veré
mirar.

Querrás
y te veré
querer.

Te tocaré,
arderemos,
te romperás.

Saldrás,
y, aunque no mire,
te veré salir.

lunes, 17 de agosto de 2009

MUJERES ESPECIALES

Una mujer especial es fácil de reconocer. Se distingue de las demás por la diadema, las francesitas y el color de la barra de labios. Se distingue por la forma de mirar. Pero sobre todo, se distingue porque una mujer especial siempre tiene algo que decir, una mujer especial siempre contesta, porque no hay pregunta que le puedan hacer que no se haya hecho ella ya a sí misma millones de veces.


Un día una mujer especial dijo, refiriéndose a mí, que hay muchas más mujeres especiales que hombres especiales. Me lo tomé como un halago, pero sigo pensando en ello. Tal vez fuera más una advertencia, yo nunca llevo diadema.

domingo, 16 de agosto de 2009

RODADAS

Y a Moscú,
que nos miraba,
se le puso
roja
la plaza
y
susurró
casi dormido
aquel
te quiero,
obvio, en ruso...
por eso no lo entendimos.

miércoles, 12 de agosto de 2009

GANAS

Qué ganas de frío, de llegar a casa y que te quedes a comer, de que no quieras irte nunca porque llueve, de hacer como que no pasa nada, de que pase, de que se haga de noche por la tarde, de echar a correr hacia arriba, de irme para hacer que hagas que quiera quedarme, de que me ensucies las sábanas, de tirarte del pelo y que sonrías con tu boca grande, de matarnos a cosquillas, de morirme de pena y de angustia por si no vuelves, de que vuelvas.

Te pones tan guapo en invierno, y este agosto que no acaba...

martes, 4 de agosto de 2009

LOS AMANTES DESCONOCIDOS

"La sociedad de Amantes Desconocidos de Flores fue tal vez la entidad mas secreta del barrio. Su misma naturaleza hacia imprescindible la discreción. Hace algunos años, cada vez que alguien recibía una carta de amor sin firma los hombres sabios no vacilaban en atribuirla a la Sociedad. Era esto un error: siempre han existido enamorados ocultos sin que haga falta inventarlos.
(...)
El procedimiento habitual era sencillo. Sin mayores ceremonias se elegía a una persona cualquiera. La mayoría de las veces se trataba de solitarios, melancolicos, desengañados, aburridos o simplemente amigos a quienes la entidad deseaba favorecer.El paso inmediato consistía en crear un amante ficticio para la persona elegida. Un equipo de ingeniosos creativos se encargaban del asunto. A los ingenieros les inventaban adolescentes pícaras. A las modistas de la calle Morón les dibujaban nobles arruinados. A los Hombres Sensibles les hacían amantes románticas y trágicas, pero también muy pechugonas, que eran una verdadera delicia.Una vez establecidas las características generales del amante ficticio, se enviaba la primera comunicación. Así, muchos hombres y mujeres de Flores recibieron sorpresivas declaraciones anónimas que los llenaron de estupor.
(...)
Por supuesto, el encuentro no debía producirse jamás. Y esta es en verdad una regla de oro de los amantes desconocidos, reales o ficticios.Toda relación deberá girar alrededor de un encuentro futuro. Pero es fundamental el no encontrarse nunca. Las razones se ven venir: todo amante desconocido es perfecto. Tiene la cara que uno desea. Es, a nuestro capricho, morocho, rubio o ambas cosas a un tiempo. El amante desconocido no tiene defectos, no tartamudea, no fastidia con cosas cotidianas. Pero hay una virtud fundamental: por no ser nadie es también todas las personas del mundo. Si se comete el desatino de darle una identidad cierta , el amante desconocido se achica, aunque sea un ángel. Si es alto, ya no podrá ser petiso. Si es atlético, ya no podrá ser enclenque. Si es Juan, ya no podrá ser Pedro.Si es Luisa, ya no podrá ser Esther.
(...)
El juego de los Amantes Desconocidos era sin duda apasionante. Pero aunque admitía procesos mas o menos prolongados, al cabo terminaban por extinguirse. Nadie puede resistir mucho tiempo la tentación de conocer. Todos, tarde o temprano, exigen al consumación del amor epistolar.Y así terminaban todas las historias. La mayoría de las veces con el silencio y el olvido. En alguna ocasión, con encuentros más bien desteñidos. Ives Castagnino, el músico de Palermo, se encontró una vez con una dama desconocida que le había enviado cartas durante años. Cuando la vio en la esquina, se acercó y le dijo:
- Buenas noches. Soy el desengaño.
(...)
La vida esta poniéndose muy aburrida. Sería maravilloso recibir una mañana de estas una nota perfumada y llena de besos que viene de no se donde."

ALEJANDRO DOLINA "Crónicas del Ángel Gris"

jueves, 30 de julio de 2009

INTUICIONES

Tal vez sólo necesite una mala peli que me deje pensar en lo que quiera, una página cuadriculada en blanco, un gato acurrucado a los pies de la cama y una línea trazada (demasiada canción asturiana hoy, parece ser) que traspasar coloreando con mi cera verde.
Y recordar lo viejo y bueno y olvidar lo nuevo y malo; y ser mejor que yo, si hace falta, como si hiciera falta.
Como si pudiera intuirse la felicidad futura estoy.

viernes, 24 de julio de 2009

¿QUÉ HA SIDO DE NOSOTRAS?

Parecía que diez años no iban a pasar nunca. Y aquí estamos, diez años después y sin despeinarnos. O despeinadas del todo, qué sé yo.

Ni siquiera podría decir tres lugares en los que es probable que os encontréis vosotras ahora mismo, y me da rabia. Me da rabia, porque supone haber perdido las doscientas pesetas que costó una cajetilla de Chester compartida en Unquera en abril de 2000, cuando nos fuimos a Francia dejando atrás la por entonces tragedia de perdernos la primera semana del primer Gran Hermano.

No sé qué pasó exactamente a parte de tiempo y circunstancias, y no sé si eso me basta para entender cómo hemos llegado hasta aquí así y vivas. Nosotras, que prometimos que nunca nos separaríamos, y nada menos que en París, oye, aquí las promesas a lo grande, pasamos por encima de nosotras mismas sin pretenderlo y dejamos de ser nosotras para ser otras que sí se separaron. Esto nos convierte, sino en peores, por lo menos en distintas y no tengo muy claro si supone no haber cumplido algún tipo de expectativa común y especialísima. No sé si nos hemos traicionado.

No importa, podemos vivir con ello, a la vista está. Pero a veces cuento cómo pisoteamos a un cura por competir por las sillas que estuvieran más cerca de la tele, todavía huelo la prisa mezclada con las hormonas y me acuerdo sin querer de lo que fuimos. La regla de oro era que cualquier ocasión era la perfecta para jugar a verdadbesoconsecuenciaatrevimientopozootermómetro, y todo estaba por y sin hacer y estábamos locas, y teníamos trece años, que eran muchísimos como para que no te dejaran ir al Guateke de fin de curso.

Éramos mejores (o yo solía serlo) porque tres meses de felicidad se vendían al más que módico precio de nueve aprobados en junio, porque las razones para levantarse de la cama eran tan tentadoras como que no hacerlo suponía, sin excepción, perderse algo importante; porque cualquier cosa que leías era nueva y era un mundo y las rimas de Bécquer eran algo prodigioso. Éramos mejores porque era más fácil serlo, porque el para siempre no era mentira, todavía.

miércoles, 22 de julio de 2009

NOTA MENTAL

Aprender a mirar para ver y no para ser visto.

Mientras tanto, es julio, llueve y los armarios se me llenan del polvo que deja el demasiado tarde en las esquinas. Preguntarse qué hubiera sido lo correcto es tan absurdo como tormentoso, y yo ya no necesito más penitencias que la ausencia misma del verano.

Pago con mi hastío cada minuto equivocado que viví entre naftalina, para aprender a mirar para ver que hay cosas en el mundo que no son yo ni mis prolongaciones, ni mis conclusiones, ni mis circunstancias. Hastiada debería seguir por un tiempo, lo sé, pero a veces, hay cosas que sin querer, te hacen sonreír y recordar que en julio ya no se necesita abrigo.

domingo, 19 de julio de 2009

HOY

Hoy, esto, que estoy de buen humor


http://www.youtube.com/watch?v=LNkpmoYztA0


Cosiquinas mías.

jueves, 16 de julio de 2009

Escribo para darme la razón

Ese es el único motivo. Escribo para darme la razón, porque necesito tenerla.

Escribo para darme la razón. Escribo porque es la única forma de hacerlo sin parecer autocompasiva, pero lo soy y me odio por ello. Escribo para no odiarme y me odio por no ser capaz de odiarme abiertamente. Escribo para hacerme trampas, pero no sirve de nada jugar sucio cuando no se trata de un juego.

Escribo para darme la razón. Escribo para no tener miedo. Escribo para entenderme. Escribo para no tener miedo de saber quién soy, de ser como soy. Y me odio porque me aterra un poco más cada palabra.

Escribo para darme la razón. Escribo para liberarme y me convierto en esclava de lo que escribo. Odio las etiquetas pero etiqueto. Escribo porque no sé sentir sin decir lo que siento. Escribo palabras nuevas para escapar de mi propia cárcel hecha con palabras viejas, y siempre cometo el error de creer que éstas son mejores.

Escribo para darme la razón. Escribo para ver más allá, pero las palabras son opacas. Escribo para no ahogarme, pero su imprecisión me asfixia y me convierte en alguien que no soy yo, que no dice lo que yo quiero decir.



Tengo razón, por eso escribo.

martes, 14 de julio de 2009

TARDES

El tiempo, a veces, no pasa. El tiempo, a veces, se pudre.

Me siento en la ventana con un libro, esperando a que el verano termine de pudrirse. A que este trozo pequeñito de vida que me angustia se pudra con él. A que nos pudramos nosotros y queden otros nosotros nuevos, sanos. A que se pudran las vidas felices de todos los que pasean debajo de la ventana en la que me siento con un libro esperando a que el verano termine de pudrirse, sin intuir siquiera que su tiempo se pudre tanto como el mío. A que se pudran los que piensan demasiado, verdugos de la felicidad propia y ajena. A que se pudran los que no piensan en absoluto, podridos conformistas que concluyen satisfechos que no hay nada que cambiar. A que se pudra todo y todos hasta que no quede nada susceptible de pudrirse.

Sólo cuando sólo pasa, el tiempo deja de pudrirse y cura.


Paciencia.

domingo, 12 de julio de 2009

A VECES

Escribir un poema se parece a un orgasmo:
mancha la tinta tanto como el semen,
empreña también más en ocasiones.
Tardes hay, sin embargo,
en las que manoseo las palabras,
muerdo sus senos y sus piernas ágiles,
les levanto las faldas con mis dedos,
las miro desde abajo,
les hago lo de siempre
y, pese a todo, ved:
¡no pasa nada!
Lo expresaba muy bien Cesar Vallejo:
"Lo digo y no me corro".
Pero él disimulaba.

jueves, 9 de julio de 2009

¿Dónde van los sueños cuando no se cumplen? Las palabras que no se dicen, los abrazos que no se dan, las lágrimas que no se derraman, las oportunidades que no se aprovechan, las expectativas que no se satisfacen, ¿dónde van?

Qué tragedia los sustantivos definidos por un verbo. Qué tragedia necesitar de él para existir.

¿Dónde van los besos cuando se olvidan?

¿Existen los besos que nos dimos?

Qué tragedia que existir sea sólo una palabra.

miércoles, 8 de julio de 2009


Hoy, tengo que beber vino. A veces no queda otra forma de hacer las cosas.