viernes, 30 de agosto de 2013

HACE(I)S QUE SE VAYA MI MELANCOLÍA


Alguien escribió alguna vez que para vivir hace falta morirse muchas veces mucho. Lástima que al que lo escribió no se le haya ocurrido cuantificar, y haya encontrado en el "muchas veces" suficiente concreción - mala cosa definir con indefinidos. De momento, y a día de hoy, yo me considero desfibrilada y fuera de peligro. Ritmo sinusal. Vale que todavía estoy con respirador, pero hoy me han quitado el propofol. Pendiente ver evolución sin sedación. Y espero, de verdad, que las próximas 72 horas - que todo el mundo, incluso los ajenos a la profesión sanitaria, sabe que son cruciales - transcurran sin cambios significativos en mis constantes, que aún necesitan ser monitorizadas en períodos cortos (según protocolo de la unidad y orden médica correspondiente).
A mis facultativos responsables, que me dieron todo el apoyo, amor y alcohol que se puede pedir (y un poco más del que seguramente merezco), les debo mi estado actual de "estable dentro de la gravedad". Gracias, gracias por traerme de vuelta. Os mereceis una de esas placas que cuelgan en las plantas de hospitalización con inscripciones tipo "Al doctor García y todo el equipo del servicio de cardiología por su trato humano e inmejorable y su desinteresada contribución a mi recuperación". Qué coño, os merecéis mucho más, que vosotros no cobráis por esto. 
Luego está lo de hacer manitas con la excusa de pasarnos trankimazines, y las anotaciones de enfermería que son poemas que nadie nunca publicará - ni falta que nos hace - pero que son la literatura de este mes y medio maravilloso. La banda sonora, que, madre de Dios, fue una canción de Lady Gaga, me da dolor de barriga sólo de recordar las carcajadas que nos provocaba y lo que nos regañaban los demás por estar siempre riéndonos juntos. "Sois los dos iguales" nos decían. Y era verdad que lo éramos. Por eso me debiste de mirar así para decirme "no sé que voy a hacer sin ti cuando te vayas" aquella mañana de lluvia de agosto. Cierro los ojos y tengo de esas mariposas que la gente tiene en el estómago (aunque yo las tenga por la espalda) cuando recuerdo aquella conversación.

- Me encantan los días así.
- ¿Lloviendo en verano?
- No, boba, contigo.

Era de broma. Pero me salvaste la vida.