jueves, 30 de julio de 2009

INTUICIONES

Tal vez sólo necesite una mala peli que me deje pensar en lo que quiera, una página cuadriculada en blanco, un gato acurrucado a los pies de la cama y una línea trazada (demasiada canción asturiana hoy, parece ser) que traspasar coloreando con mi cera verde.
Y recordar lo viejo y bueno y olvidar lo nuevo y malo; y ser mejor que yo, si hace falta, como si hiciera falta.
Como si pudiera intuirse la felicidad futura estoy.

viernes, 24 de julio de 2009

¿QUÉ HA SIDO DE NOSOTRAS?

Parecía que diez años no iban a pasar nunca. Y aquí estamos, diez años después y sin despeinarnos. O despeinadas del todo, qué sé yo.

Ni siquiera podría decir tres lugares en los que es probable que os encontréis vosotras ahora mismo, y me da rabia. Me da rabia, porque supone haber perdido las doscientas pesetas que costó una cajetilla de Chester compartida en Unquera en abril de 2000, cuando nos fuimos a Francia dejando atrás la por entonces tragedia de perdernos la primera semana del primer Gran Hermano.

No sé qué pasó exactamente a parte de tiempo y circunstancias, y no sé si eso me basta para entender cómo hemos llegado hasta aquí así y vivas. Nosotras, que prometimos que nunca nos separaríamos, y nada menos que en París, oye, aquí las promesas a lo grande, pasamos por encima de nosotras mismas sin pretenderlo y dejamos de ser nosotras para ser otras que sí se separaron. Esto nos convierte, sino en peores, por lo menos en distintas y no tengo muy claro si supone no haber cumplido algún tipo de expectativa común y especialísima. No sé si nos hemos traicionado.

No importa, podemos vivir con ello, a la vista está. Pero a veces cuento cómo pisoteamos a un cura por competir por las sillas que estuvieran más cerca de la tele, todavía huelo la prisa mezclada con las hormonas y me acuerdo sin querer de lo que fuimos. La regla de oro era que cualquier ocasión era la perfecta para jugar a verdadbesoconsecuenciaatrevimientopozootermómetro, y todo estaba por y sin hacer y estábamos locas, y teníamos trece años, que eran muchísimos como para que no te dejaran ir al Guateke de fin de curso.

Éramos mejores (o yo solía serlo) porque tres meses de felicidad se vendían al más que módico precio de nueve aprobados en junio, porque las razones para levantarse de la cama eran tan tentadoras como que no hacerlo suponía, sin excepción, perderse algo importante; porque cualquier cosa que leías era nueva y era un mundo y las rimas de Bécquer eran algo prodigioso. Éramos mejores porque era más fácil serlo, porque el para siempre no era mentira, todavía.

miércoles, 22 de julio de 2009

NOTA MENTAL

Aprender a mirar para ver y no para ser visto.

Mientras tanto, es julio, llueve y los armarios se me llenan del polvo que deja el demasiado tarde en las esquinas. Preguntarse qué hubiera sido lo correcto es tan absurdo como tormentoso, y yo ya no necesito más penitencias que la ausencia misma del verano.

Pago con mi hastío cada minuto equivocado que viví entre naftalina, para aprender a mirar para ver que hay cosas en el mundo que no son yo ni mis prolongaciones, ni mis conclusiones, ni mis circunstancias. Hastiada debería seguir por un tiempo, lo sé, pero a veces, hay cosas que sin querer, te hacen sonreír y recordar que en julio ya no se necesita abrigo.

domingo, 19 de julio de 2009

HOY

Hoy, esto, que estoy de buen humor


http://www.youtube.com/watch?v=LNkpmoYztA0


Cosiquinas mías.

jueves, 16 de julio de 2009

Escribo para darme la razón

Ese es el único motivo. Escribo para darme la razón, porque necesito tenerla.

Escribo para darme la razón. Escribo porque es la única forma de hacerlo sin parecer autocompasiva, pero lo soy y me odio por ello. Escribo para no odiarme y me odio por no ser capaz de odiarme abiertamente. Escribo para hacerme trampas, pero no sirve de nada jugar sucio cuando no se trata de un juego.

Escribo para darme la razón. Escribo para no tener miedo. Escribo para entenderme. Escribo para no tener miedo de saber quién soy, de ser como soy. Y me odio porque me aterra un poco más cada palabra.

Escribo para darme la razón. Escribo para liberarme y me convierto en esclava de lo que escribo. Odio las etiquetas pero etiqueto. Escribo porque no sé sentir sin decir lo que siento. Escribo palabras nuevas para escapar de mi propia cárcel hecha con palabras viejas, y siempre cometo el error de creer que éstas son mejores.

Escribo para darme la razón. Escribo para ver más allá, pero las palabras son opacas. Escribo para no ahogarme, pero su imprecisión me asfixia y me convierte en alguien que no soy yo, que no dice lo que yo quiero decir.



Tengo razón, por eso escribo.

martes, 14 de julio de 2009

TARDES

El tiempo, a veces, no pasa. El tiempo, a veces, se pudre.

Me siento en la ventana con un libro, esperando a que el verano termine de pudrirse. A que este trozo pequeñito de vida que me angustia se pudra con él. A que nos pudramos nosotros y queden otros nosotros nuevos, sanos. A que se pudran las vidas felices de todos los que pasean debajo de la ventana en la que me siento con un libro esperando a que el verano termine de pudrirse, sin intuir siquiera que su tiempo se pudre tanto como el mío. A que se pudran los que piensan demasiado, verdugos de la felicidad propia y ajena. A que se pudran los que no piensan en absoluto, podridos conformistas que concluyen satisfechos que no hay nada que cambiar. A que se pudra todo y todos hasta que no quede nada susceptible de pudrirse.

Sólo cuando sólo pasa, el tiempo deja de pudrirse y cura.


Paciencia.

domingo, 12 de julio de 2009

A VECES

Escribir un poema se parece a un orgasmo:
mancha la tinta tanto como el semen,
empreña también más en ocasiones.
Tardes hay, sin embargo,
en las que manoseo las palabras,
muerdo sus senos y sus piernas ágiles,
les levanto las faldas con mis dedos,
las miro desde abajo,
les hago lo de siempre
y, pese a todo, ved:
¡no pasa nada!
Lo expresaba muy bien Cesar Vallejo:
"Lo digo y no me corro".
Pero él disimulaba.

jueves, 9 de julio de 2009

¿Dónde van los sueños cuando no se cumplen? Las palabras que no se dicen, los abrazos que no se dan, las lágrimas que no se derraman, las oportunidades que no se aprovechan, las expectativas que no se satisfacen, ¿dónde van?

Qué tragedia los sustantivos definidos por un verbo. Qué tragedia necesitar de él para existir.

¿Dónde van los besos cuando se olvidan?

¿Existen los besos que nos dimos?

Qué tragedia que existir sea sólo una palabra.

miércoles, 8 de julio de 2009


Hoy, tengo que beber vino. A veces no queda otra forma de hacer las cosas.