sábado, 4 de mayo de 2013

GUATAMERICONSU

"Bueno, ese tipo de juegos que, aunque lo neguemos, todos sabemos que existen, que por mucho que queramos ir de adultos y de maduros por la vida está claro que son... algo".

Es como todos esos grupos absurdos de facebook en los que antes "te hacías fan" y ahora sólo das a "me gusta", cuya única contribución fue- y todavía es- hacernos sentir a todos conectados en nuestras tonterías, unidos en nuestra miseria, en la imperfección colectiva. "Yo también entendía guatamericonsu en Sopa de Caracol". Y uno, que piensa que sólo a él le pasaba, se siente parte de algo, de un error generalizado que precisamente por ser mayoritario, se convierte en una verdad más legítima que la verdad misma. O lo que es lo mismo, mal de muchos, consuelo de tontos. Otros también lo llaman democracia. Cuestión de matices.
En esta línea, la frase del principio, que encontré por azar en medio de un relato que releía esta noche, me hace pensar dos cosas. La primera es que cuando una obra artística- en este caso literaria- nos resulta grata, nos gusta, no es por otra cosa que no sea porque nos conecta, como el guatamericonsu, en algo en lo que nos creíamos únicos. Todo el mundo tontea, dice la frase, y todos sabemos que se tontea por algo. Y yo pensando que sólo lo sabía yo. Yo pensando que a ese tipo de juegos, a estas alturas del partido, sólo jugaba yo y quizá otros pocos como yo que se empeñan en no crecer muy rápido, en no hacer caso del minuto y resultado de sus vidas. 
No sé si el autor de la frase juega a ese tipo de juegos. Ni sé si alguna persona de las que juega a ese tipo de juegos con el autor de la frase habrá leído alguna vez esto y habrá pensado en si los juegos a los que juega con ese autor son ese tipo de juegos. Y aquí viene mi segundo pensamiento.
Qué difícil ser parte implicada en los hechos descritos. Qué difícil ser la que juega a esos juegos que son algo con el autor, qué dilema el preguntarse si se refiere a los juegos a los que jugamos. Qué trampa la del sexo definido por su mismo ejecutor. Qué cosa tan concreta las palabras para algo tan impreciso, tan etéreo como el roce de los cuerpos. 
¿Qué palabra puede definir- y hacer justicia léxica, gramatical y morfológica- a lo nuestro? Si ni siquiera nuestro es una palabra acertada. 
Igual es por eso, por no saber definirlo, por lo que se nos escapó de entre las manos. Igual es por eso, porque por mucho que queramos ir de adultos y de maduros, está claro que aquello, lo mal llamado lo nuestro, no era algo. 
O, por lo menos, no lo suficientemente nuestro. 
Aunque los dos siempre hayamos escuchado guatamericonsu en Sopa de Caracol.