jueves, 31 de diciembre de 2009

UN AÑO MÁS, UN AÑO MENOS

Odio salir en nochevieja. Odio las uvas, los cotillones, las cenas caras, las botas nuevas que siempre acaban haciendo daño a las cinco de la mañana, los restos de confeti hasta en el sujetador y el chocolate con churros de rigor de madrugada. Odio no poder irme a casa a las tres si me apetece (pero, ¿quién se va a esa hora en fin de año?), las sopas de ajo, los benjamines y los unos de enero desiertos, en blanco. Odio empezar todos los años con resaca, así es imposible planificar con claridad. Y así me va.

Odio pedir deseos, porque casi nunca se me cumplen y, sobre todo, odio los recuerdos, y mi odio se potencia más, si cabe, cuando lo que hay que recordar es esta mierda de 2009 (con lo que me costó olvidarlo, coño).

Precisamente por eso, por la pedazo de mierda de año que tuve (después de aquella temporada gloriosa 2007/08 jamás volví a levantar cabeza… sí, lo reconozco, soy una triste), hoy voy a olvidarme de que odio salir en Nochevieja, de que odio las uvas, los cotillones y las cenas caras. Este año, sacrificando la sagrada estética del tacón findeañero, mis botas son planas y comodísimas. El único final de 2009 que me faltaba, el final cronológico, bien lo merece.

Por fin, los calendarios me dan la razón.

Salud.

viernes, 25 de diciembre de 2009

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE PATRICIA

Ni Wilde en su historia con Ernesto lo enmarañó todo de esta forma. Será esto de las crisis existenciales, de tanto escuchar a Pablo Moro y tanto fumar cigarros en la ventana con ese complejo garcíamarquiano que me entra de vez en cuando. Decidida a ser un genio literario, de repente, me encuentro con que todas las cosas que quiero escribir, ya las ha escrito alguien. Mis planes, pues, están truncados y condenados al fracaso, salvo genialidad o transgresión inminentes. He perdido la guerra contra el folio en blanco.

Convencida de que no hay derrota que no mitigue la ginebra, me lanzo a la calle congelada (congeladas las dos, la calle y yo) en busca de barras guateadas donde apoyar la cabeza, a falta de hombro humano (ni falta que hace, oye) dispuesto a hacer lo propio. “Qué maravilla esto de no buscar”, pienso mientras bebo. Y sigo bailando.

Me desenfreno conmigo misma, y, en medio de semejante súmum de autocomplacencia, alguien que conozco lejanamente me agarra y me susurra al oído “No te vayas, Patricia”. Mi ego racional sopesa la posibilidad de aclararle su confusión, y me doy la vuelta con la certera intención de decirle que yo no me llamo Patricia. Pero, ay de mí, la sangre se me traslada sospechosamente del cerebro a medio metro más abajo, cuando con su tan humano y, sin embargo, entonces tan divino dedo, el conocido lejano empieza a arañarme la espalda. Otros se acercan y hablan, pero yo no escucho. Las neuronas sólo me hacen sinapsis en las zonas que rozan directamente con sus manos. Oh my God, I’m lost.

Resuelta a llevar aquello todo lo lejos que pudiera llevarse una historia como esta, empiezo a tirarle del pelo despacio, y él sigue arañando a Patricia. Me desintegro y entro en una especie de hivernación especial, de la que despierto con un mordisco delicioso entre la oreja y las ganas, y, de golpe y porrazo, me cae "tengo que irme" como a quien le cae una bomba. Soy Hiroshima, de repente. Me deja abrazada al gintonic, único y unánime testigo de su estancia en mi espalda, y araño la copa con la vana esperanza de causarle un daño supraconsciente, un daño que no es nada, pero que es un gesto definitivo para mí y para esa situación.

Ha pasado tiempo, pero hoy, obsesionada, mortificada, cachonda como nunca, rebusco entre los recuerdos y el vicio, y urdo un plan recovéquico para poder arrancarle la ropa a mordiscos, para volver a llamarme Patricia. Vuelvo a buscar, vuelvo a escribir.

viernes, 18 de diciembre de 2009

EFEMÉRIDES

A mí, como a otros muchos, me nieva sólo un día. Me gusta que sea así.

Hoy nieva.

No es tan blanca la nieve si la esperas.

Menos mal que, esta vez, me pillaste sin paraguas.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

jueves, 10 de diciembre de 2009

PUNTOS CARDINALES

No buscar nada me lleva hacia el oeste.
Cuando buscaba, casi siempre lo hacía yendo hacia el este.
Sin embargo, lo que encontré estaba en el centro.
Demasiado evidente para mí, que siempre mareo a las brújulas.
Por eso no pudo ser.
Ahora, sólo tengo ganas de perder el norte.


martes, 8 de diciembre de 2009

THEY ONLY REMID ME OF YOU

Cuando vengas tendrás la cama recién hecha,
los lápices afilados,
y las verdades certeras surgidas del cansancio
en las repisas.
Cuando vengas tendrás la felicidad
entre tus mantas.
Ser feliz ya es cosa tuya.
Nada más puedo ofrecerte.
Ahora,
I beg,
déjame descansar.