jueves, 31 de diciembre de 2009

UN AÑO MÁS, UN AÑO MENOS

Odio salir en nochevieja. Odio las uvas, los cotillones, las cenas caras, las botas nuevas que siempre acaban haciendo daño a las cinco de la mañana, los restos de confeti hasta en el sujetador y el chocolate con churros de rigor de madrugada. Odio no poder irme a casa a las tres si me apetece (pero, ¿quién se va a esa hora en fin de año?), las sopas de ajo, los benjamines y los unos de enero desiertos, en blanco. Odio empezar todos los años con resaca, así es imposible planificar con claridad. Y así me va.

Odio pedir deseos, porque casi nunca se me cumplen y, sobre todo, odio los recuerdos, y mi odio se potencia más, si cabe, cuando lo que hay que recordar es esta mierda de 2009 (con lo que me costó olvidarlo, coño).

Precisamente por eso, por la pedazo de mierda de año que tuve (después de aquella temporada gloriosa 2007/08 jamás volví a levantar cabeza… sí, lo reconozco, soy una triste), hoy voy a olvidarme de que odio salir en Nochevieja, de que odio las uvas, los cotillones y las cenas caras. Este año, sacrificando la sagrada estética del tacón findeañero, mis botas son planas y comodísimas. El único final de 2009 que me faltaba, el final cronológico, bien lo merece.

Por fin, los calendarios me dan la razón.

Salud.

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